domingo, 15 de junio de 2008

Capítulo 21



Qué viene



No queda más que una foto de ella. En su cama, piensa. Se auto cataloga como un perdedor. A mala gana y entre lágrimas se ve en otra mudanza.

“No es un hombre tan solitario como parece. Mantiene los vínculos de su niñez. Los amigos, la familia y las amigas que hizo en esa etapa de su vida. “

Después de la despedida se dirigió tan sólo al bar más cercano que encontró. Estaba solitario, oscuro. Se acercó a la barra y se sentó al fondo.

Con la ventana abierta desde su cama ve avecinarse una tormenta.

¿Quién podría decir que son objetos las mujeres? Cuando sirven para las más placenteras de las necesidades... – bromeaba un hombre de gabardina y ropa combinada, que había entrado al bar hacía poco.

Se puede ser un marinero en la vida. Conociendo cuevas. Descubriendo placeres. Embarcándose en aventuras – Patricio piensa al abrir la ventana y dejar entrar el viento frío y fresco.

“Tiene 30 años, manos delicadas, ojos negros, un timbre de voz que muy bien podría ganar un concurso de canto.”

En su segunda grapa miel entra una pareja. Se sientan en una mesa cercana. Buscan soledad o intimidad.
Al verla girar para besarlo le florecen los ojos. Hablan bajo y por momentos se murmuran.
- No te preocupes, los errores se pueden remediar
Mientras estas palabras de ella le llegan al oído se estremece viéndola acariciarle la cara. A la réplica no le da importancia se queda con esa frase. Tan sólo esa frase y sus dulces movimientos. No esta seguro si ve a esa mujer o a la que lo había abandonado.
Cuando el hombre se levanta para ir al baño. Patricio saca de su morral un poema. Lo firma y escribe su número de teléfono. Se detiene al lado de ella y con una sonrisa se lo da. Paga al barman y se retira.

El viento cada vez es más fuerte, la lluvia se avecina. Es de madrugada y no tiene sueño. Suena “Jagged little pill”. Se sienta en el living frente a la ventana.

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