domingo, 15 de junio de 2008

Capítulo 17


Un color



Un portero rasca los días haciendo algo. Cuando lo ven apurado le da vergüenza. Anda bien vestido restringido en lo que es su trabajo: Una casa.

Se levanta para darse gustos.

Temprano va a lugares que no visitaba hacía 10 años y se encontra con gente que no veía hace casi el mismo tiempo. Los besos y los abrazos se suceden.

Certificados le piden.

Para Andrés es como si ya tuviera el puesto.

Juntó los certificados, riendo y hablando.

En la selección le dicen que hay certifcados que no estan abalados por el ministerio de educación por lo tanto no lo pueden inscribir.

La cara con la que viajó en el ómnibus era el vivo retrato del que sabe que está enterrado.

Los días pasan y vuelve la maldita cotidianeidad.

Unas semanas después tuvo que volver a pedir plata.

Pasaron algunos días. Volvió la cotidianeidad en todo su esplendor.

Un lunes, manso, se levantó temprano. Escuchó levemente los martillazos de la obra de al lado. Se vistió lentamente, después de cerrar las cortinas. Sale por la puerta. Al pasar el ómnibus se tira.


No hay comentarios: